¡Plaf!
Y así terminó su viaje errático. Quedó atontada por el golpe. Intentó levantarse; no pudo. Se había lastimado. La habíamos lastimado. Uno la levantó y la miró de cerca, curioso, con una mueca ladina en los labios. Ella movió las patitas e intentó escaparse, pero su captor la tenía bien asida. Vamos a ahogarla, dijo él. Vamos. La sumergió en un vaso de coca cola. La mosca se murió.
1 comentario:
Hubiera sido yo más benévolo, como un procer o un profeta, sin ser ni procer ni profeta ni siquiera poeta (un procer y un profeta dejaron marchar a las voladoras zumbonas y a los zancudos).
Pero algo me recuerda (son esas asociaciones que hago) a La Muerte y la Brújula o a una antigua cuita que esto nos dice en nuestro hogar:
Estaba aquel poeta soñando en la ciudad Y, en sus sueños vio venir a la muerte; ráudo tras despertarse despavorido y entre de los perros el despavorido galopo con su caballo hacia la remota ciudad X.
La muerte, sonriente, hizo su recolecta (curiosidad, un cementerio remoto y acaso olvidable tiene nombre parecido) por la ciudad de Y, amable y grata preguntaba a la gente:¿y donde está el célebre poeta?
Y alguna persona le respondio: está en X.
-"Qué curioso -se dijo la muerte- esta tarde allá es donde tengo que ir".
P.S:Disculpad si he omitido tildes sobre las o y las i, en todo caso tales faltas acentúan suspensos.
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