25 nov 2008

preso de tu ilusión vas a bailar a bailar bailar

La música llega de abajo, de la tele, y se oye medio mal. En Crónica pasan un especial de los Redondos, con comentaristas que son humoristas, con voces metálicas, con música pegadiza, que suena bien. Dejé las luces prendidas. De abajo llega el resplandor blanco de las luces que cambiamos el otro día, en un intento inútil de recordarme que los apuntes siguen sobre la mesa, esperando. Es inútil, repito, no necesita recordarme nada esa luz, si yo ya sé.
Cros escribió "Me noyer dans l' oubli complet", y coincidimos en eso desde siempre. Esta manera de tragar información a lo bestia es muy similar al olvido, incluso sabiendo que la aprehensión tiene un margen de subjetividad dada, no sólo por la selección, sino por la interpretación y la aplicación. El olvido es el perderse en el mar de palabras, de anémonas textuales, de pozos de vientre blanco.
Es casi como la felicidad, aunque no dejo de pensar en otras evasiones más placenteras. Es rabiosamente adrenalínico ese no saber nada, si voy a llegar, si va a servir (la camuflada, de siempre: ¿para qué?). Es como el juego de intentar mantener la inmovilidad segura y calma cuando hay plumas en tu esternón, cuando tu cuerpo se disgrega de cansancio y tu mano anota y tu cerebro parece vivir solo, y tu muñeca no da más pero por suerte es la izquierda, y tus ojos saben que en cuanto pares se va a acabar el mundo, va a ser domingo para siempre, sin muerte ni mar ni amor, el derrumbe de un punto final sin elemento acuoso.
Soy horriblemente feliz (me he dado cuenta de que acompañar ese adjetivo con un adverbio terminado en mente ha pasado a estar de moda), y es tiránico, llénico, evadístico, pusilánime y glotón.
En fin, me voy.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Dices y dices

y te olvidas de todo para que todo te olvide y...

te vas, en silueta del aire

...mientras en esta noche nos queda el antiguo relato de una nueva lluvia.

Alberto Ayala dijo...

Buenas noches