Alfonso X de Castilla, alias "el Sabio", era uno de esos reyes de los que la gente hace bromas diciendo que de tanto mirar para arriba se cayó en un pozo, o en su caso, perdió la corona. Lo cierto es que, como nos cuenta Guerido en su "Mil y un datos que usted no necesita pero puede tirar en las reuniones, volumen II", Alfonso X, dentro de todo, tuvo un largo reinado de relativa estabilidad interna que le permitió canalizar sus delirantes proyectos de llegar a Emperador de algún Santo Imperio, sus ambiciones culturales traductoras, sus largos partidos de tetris junto con su colega de Cataluña y Aragón. Fortuna le sonreía y Alfonso chateaba con ella, hasta que un día su primogénito Fernando, que iba a ganar el Age of Empires contra los paganos benimerines de Andalucía, la palmó de toque, no sin antes confesarse y decir sus últimas palabras, como todo buen cristiano. Y el teclado le tembló a Alfonso al escribir,
Et estando el infante don Ferrando en aquella villa, adolesció de gran dolencia. Et veyéndose quexado de la muerte, fabló con don Juan Núnnez e rogól mucho afincadamente que ayudase e fiziese en manera que don Alfonso, fijo deste infante don Fernando, heredase los regnos después de los días del rey don Alfonso su padre.
La cosa estaba clara, y el hijo de Fernando tenía que subir al trono, pero la rueda se dio vuelta con esos vuelcos que sólo Ignatius Reilly puede comprender en toda su magnitud: el primogénito de Fernando todavía babeaba Barney; en cambio Sancho, el otro hijo de Alfonso, ya ni miraba MTV; la corte de nobles, a todo esto, se sentía lo bastante grande como para seguir sujeta al centralismo autoritario de Castilla. Fortuna se rió, a Alfonso se le dio vuelta la tortilla, y en cuanto tuvieron oportunidad, después de patalear en guerra civil, al viejo rey lo llevaron al geriátrico. Solo, desamparado, maldiciendo cual Lear a Sancho y cia en la tormenta, Alfonso se escapó sin que le dieran mucha pelota, y murió negociando ayuda de los benimerines, los enemigos, los casi combatidos por Fernando, los que siguieron soñando con las desaprovechadas tierras castellanas.
1 comentario:
Este blog está muy bueno. Ese es el tono que me gusta usar cuando tengo que dar clases; aunque a usted, señorita, le sale bastante mejor. Sigo de largo así me da el tiempo para leerme un textito más.
Salud y larga vida escritoril,
Lila.
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