24 ene 2010

Sobre cómo todo es efímero y la fortuna, una bromista

Don Juan Manuel, el excelentísimo prosista de El Conde Lucanor, era un tipo ambicioso. El miedo a la muerte lo incentivó a perpetuarse vanamente en las letras, y dedicó a ello tanto cuidado que ya en el prólogo de su libro pedía a los lectores que si encontraban fallas en sus escritos no le echaran la culpa a él, sino a los copistas, y que consultaran los manuscritos originales, de los cuales incluso dejó la dirección: "estos libros están en el monasterio de los frailes predicadores quél fizo en Peñafiel".
Pero, ironías del destino, de su vasta obra nos llegan sólo copias: cuenta Guerido en su "Mil y un datos que usted no necesita pero puede tirar en las reuniones" que el monasterio que mandó a construir pereció en un incendio, y la letra de Juan Manuel, chamuscada, quedó librada a los sacros errores de copistas analfabetos.

2 comentarios:

el matías dijo...

Así me gusta, post cortos que uno pueda leer, como este comentario.

Anónimo dijo...

"Mil y un datos que usted no necesita pero puede tirar en las reuniones" es de esos libros que todo licenciado en Letras para bien o para mal suele tener. Tuve una profesora que lamentablemente tenía la costumbre de decir "no importa si no la entienden a fondo, pero acuérdense de esta palabrita... imagínense si la dicen en un congreso: se lucen, resultan notables, notables!"... Lo mismo pensaba Don Juan Manuel, y fue vilmente contrariado por los copistas, a los que no les importaba ni pito si una palabra era más precisa que otra.

(quería estar con el matías, pero no me salió... se me escapó el comentario largo)

Le mando otro saludo, señorita, y este va con felicitación incluida, y en la esperanza de ver otro posteo.

Lila.