11 mar 2010

Grandes verdades de la vida

Los enemigos son los traductores. Nada más vil que esa especie mocuda y encorvada que acecha por las noches, adicta a las galletitas Express y a la ortodoncia. Nada peor que esos fanáticos del word reference. Nada más chapucero: se mofan de nosotros, pobres sacrificados, y recurren a los traductores automáticos cuando creen que no nos damos cuenta. Y se sorben los mocos, complacidos, cuando encajan en medio de una traducción sus incoherencias, su desconocimiento de los conectores, su mal uso de las preposiciones. Se sorben los mocos y largan risotadas, nada más cierto. Total, los correctores pelotudos están para corregir sus barrabasadas (y volver a traducir).

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