28 may 2012

Qué mal

(Instrucción para mejorar la experiencia: léase con asco y exageradamente en voz muy alta y escupiendo cada tanto.)

Qué estupidez sublime tener que morir,
qué insulto personal, qué sabor a intento vano
la languidez de tu cadera y el abandono de tu espalda
y el sol y el oxígeno y los quarks; qué ridícula
mi voz clamando enclenque mis mil posibilidades,
mi hambre por ser poco
mis ansias de eternidades,
y vos, mientras, dormís.

Qué estupidez, qué rabia,
me niego al estoicismo:
en mil rabietas va a chillar mi indignación,
oh, hereje otoño de hojas blandas
oh, mareas de insípido vaivén
oh, mis mil relojes programados,
mi vida de opereta, aquello que más amo,
verdor de ser efímero,
no quiero, me niego al abandono,
a la muerte ni me asomo,
dispénsenme el adiós.

(Qué estupidez, qué desperdicio
qué poca queja inútil,
qué apática impotencia,
qué cuánta gran excusa,
toda esta nadería y…
qué ganas de abrazarte
huirle a esta desdicha y este rol.)

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