Veo y leo tantas cosas día a día con tal voracidad que todo pareciera quedar reducido a la misma cosa. Hay breves destellos de genialidad: no son míos. Para hacer lugar siento haberme desplazado por completo: me conformo en mí a base de un conjunto de citas, de impresiones de impresiones ajenas con palabras de otros (me dirás: ¿qué otra cosa es el hombre, collage?, y te respondo: decir-se con torpes palabras, con afán de ser imposible cosa propia: como decía mi vieja, la ambición de "haber salido de un repollo", siendo uno: armarse y creerse un discurso), todo lo cual, sin embargo, olvido diariamente. Releo para tener la sensación de aprehender un pasado que elijo y nostalgio arbitrariamente sobre otros tantos: al final, a menos que vea el límite de todo en el esfuerzo físico (no es el placer del cansancio que abre el apetito y el sueño o los esteroides subir una montaña: es la certidumbre concreta, tangible, de que no hay otro hilo de aire en el extremo de tus posibilidades, de que llegado a un punto no podés obviar la llaga que te produce la zapatilla, la torcedura de talón, la quemadura del sol, y no conviene ni mover un pie -y es, también, el placer de desafiar todo eso, trivial, la obstinación del "yo puedo", del "un paso más", mucho más concretamente dolorosa y fácil de percibir que cualquier nausea metafísica), la impresión es, si no hay desinterés y hastío, vertiginosa.
Habiendo leído confesiones ficticias o irremediablemente ficcionadas hasta como la de Rousseau, aunque tuviera intensiones de edificarme algo, no sabría por dónde empezar. Dulzuras de la infancia, hipocresías adolescentes, algunas crisis, cambios drásticos, libros, libros, tanto olvido, algún pesar; tanta razón a posteriori, tanto hilvanar un escurridizo sentido, e inercia, la menospreciada, traicionera, amable inercia.
Cuánto fui, cuánto no voy ya a ser, qué estoy haciendo.
Indiferencia.
No sé dónde habré dejado la constancia de férreas, noctámbulas resoluciones.
Tanta despliegue de palabra y total, a esta mujer, sólo por esta imagen, la voy a agregar al populoso y abarrotado Google Reader igual.
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