Estaba leyendo unas críticas a Tom Waits; Robert Christgau escribe: «With his genre sleaze and metaphorical melodrama, Waits is a downwardly mobile escapist who believes that Everyman is a wino and Everywoman an all-night waitress who turns tricks when things get rough.» "Y me quedé pensando" que hay melodramas y melodramas pero en general el melodrama a lo Puig está bueno porque tiene un "plus", algo sutilmente irónico que destroza al melodrama que es, un humor del estilo que me parece leer en Waits y que divierte. (En Dostoyevski no siempre está Bobok rezuma ironía, y en El jugador y ni que decir en Memorias del subsuelo hay humor incluso dentro de lo "¡trágico!" de algunos personajes; sin embargo, un libro como Humillados y ofendidos tiene mucho de folletinesco y melodramático pero no resulta muy gracioso que digamos -estoy privada del grafolecto, sujeta a la traducción de Fernando Corripio, que puede no haber sido del todo exacto, pero apuesto cinco centavos a que no me equivoco.)
Eso en cuanto al "melodrama metafórico"; con respecto al "creer que Cada-hombre es un borracho de vino y Cada-mujer una moza que trabaja toda la noche y que se vende cuando las cosas se complican", conozco un par de canciones que se escapan un tanto de eso (hay que tener en cuenta que, de todos modos, la crítica de Christgau, cuya fecha de composición desconozco, se realizó sobre Foreing Affairs; desde el 77 hasta la actualidad pasaron unos tantos años), y más allá de eso, no veo qué hay de malo en no variar demasiado los personajes. Y acá ya empiezo a hablar de mí, pero qué importa. La cuestión es esta: ¿qué hay de deplorable en sentir un gusto especial por determinados caracteres, y en elegirlos, o mejor dicho, ver cómo pueden entretejerse alrededor de ellos historias que los configuran? Un escrito no agota a nadie: uno podría ficcionar sobre sí mismo eternamente (por eso es tan redituable el ser psicólogo), ni que hablar sobre un "personaje ficticio" del que supuestamente se es libre para decir cualquier cosa. Tomás una persona cualquiera de las que ves todos los días por la calle, Osmar el viejo de la fotocopiadora, o Cecilia la chica del bar, o quien se te ocurra; tomás cualquier vida aburrida y le dedicás sólo un segundo, observás un gesto, y si quisieras tendrías material de escritura para rato. Y alguien podría decirte: "che, pero qué poco original, siempre hablás de libreros y mozas; de borrachos y putas; podrías intentar con gigolos y viejas que tomen anís, o con banqueros, con gente común y corriente". Y sí, pero quizás no se tiene ganas, quizás no se considera necesario, quizás le basta a uno con explorar un lugar que, para colmo, siempre fluctúa: si hablás sobre Cecilia, siempre vas a estar creando mil Cecilias distintas; Osmar siempre va a ser otro, distinto del que pudo ser, en algún momento, modelo, y de esa idea fluctuante de base que se reconfigura en tanto escribís, que se contradice, incurre en tautologías, se trasviste y vuelve y va a ninguna parte: es que Osmar es un nombre que se queda corto para todo lo que podría llegar a ser, para todo lo que Osmar cambia día a día.
Eso en cuanto a Christgau y la manera en que se repite o no Tom Waits, y si importa o no esa repetición. En cuanto al tema de los personajes, me declaro profundamente escéptica de que pueda haber dos iguales (si no pregúntele a Pierre Menard). También me declaro escéptica de que se pueda decir algo completamente nuevo (es más, si propongo que nos dediquemos a plagiar y a caer en lugares comunes, down with originality, estaría cayendo en uno), pero eso es otra historia.
Eso en cuanto al "melodrama metafórico"; con respecto al "creer que Cada-hombre es un borracho de vino y Cada-mujer una moza que trabaja toda la noche y que se vende cuando las cosas se complican", conozco un par de canciones que se escapan un tanto de eso (hay que tener en cuenta que, de todos modos, la crítica de Christgau, cuya fecha de composición desconozco, se realizó sobre Foreing Affairs; desde el 77 hasta la actualidad pasaron unos tantos años), y más allá de eso, no veo qué hay de malo en no variar demasiado los personajes. Y acá ya empiezo a hablar de mí, pero qué importa. La cuestión es esta: ¿qué hay de deplorable en sentir un gusto especial por determinados caracteres, y en elegirlos, o mejor dicho, ver cómo pueden entretejerse alrededor de ellos historias que los configuran? Un escrito no agota a nadie: uno podría ficcionar sobre sí mismo eternamente (por eso es tan redituable el ser psicólogo), ni que hablar sobre un "personaje ficticio" del que supuestamente se es libre para decir cualquier cosa. Tomás una persona cualquiera de las que ves todos los días por la calle, Osmar el viejo de la fotocopiadora, o Cecilia la chica del bar, o quien se te ocurra; tomás cualquier vida aburrida y le dedicás sólo un segundo, observás un gesto, y si quisieras tendrías material de escritura para rato. Y alguien podría decirte: "che, pero qué poco original, siempre hablás de libreros y mozas; de borrachos y putas; podrías intentar con gigolos y viejas que tomen anís, o con banqueros, con gente común y corriente". Y sí, pero quizás no se tiene ganas, quizás no se considera necesario, quizás le basta a uno con explorar un lugar que, para colmo, siempre fluctúa: si hablás sobre Cecilia, siempre vas a estar creando mil Cecilias distintas; Osmar siempre va a ser otro, distinto del que pudo ser, en algún momento, modelo, y de esa idea fluctuante de base que se reconfigura en tanto escribís, que se contradice, incurre en tautologías, se trasviste y vuelve y va a ninguna parte: es que Osmar es un nombre que se queda corto para todo lo que podría llegar a ser, para todo lo que Osmar cambia día a día.
Eso en cuanto a Christgau y la manera en que se repite o no Tom Waits, y si importa o no esa repetición. En cuanto al tema de los personajes, me declaro profundamente escéptica de que pueda haber dos iguales (si no pregúntele a Pierre Menard). También me declaro escéptica de que se pueda decir algo completamente nuevo (es más, si propongo que nos dediquemos a plagiar y a caer en lugares comunes, down with originality, estaría cayendo en uno), pero eso es otra historia.
6 comentarios:
«With his genre sleaze and metaphorical melodrama, Waits is a downwardly mobile escapist who believes that Everyman is a wino and Everywoman an all-night waitress who turns tricks when things get rough.»
es algo as ... Leer másí como:
«Con su género de lo marginal [o del submundo] y su melodrama metafórico, Waits es un escapista vagabundo descendente que cree que Cada-Hombre [Cadacual, en las moralidades inglesas, pero supongo que Christgau no estaba pensando precisamente en eso] es un borracho de vino y Cada-Mujer una moza que trabaja toda la noche y que vende su cuerpo cuando las cosas se complican.»
La esencia de todo melodrama (para nosotros que nos hemos liberado de ser "almas bellas") es precísamente cierta ridiculez (esto es desgracia y gracia). La otra cosa:es todo un tema filosófico y de crítica literaria: alguno dijo que nada nuevo se ha dicho en filosofía luego de Sócrates, y en cierto modo tampoco nada nuevo parece escribirse en cuanto a los temas de literatura (acaso gran parte sea una reiteración de alguna tragedia de Sófocles), sin embargo la originalidad existe y personas como vos (princesa mía) saben decir novedades, sabés realizar.
P.S: Eso sí, no me seas chanta ¿cómo me vas a apostar solo un "dime"?
Soy pobre, y no me gusta apostar.
Dejate de j..., sos muy rica y me parece que sabés a qué apostar.
Pintura: Ilustración para "The Pickwick Club" por Frank Reynolds.
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