O también, sobre por qué digo que soy "graduada".
Como decía, la última rabieta fue decir "nunca voy a licenciarme en Letras". Y entonces vos, lector que estás acá, me preguntás (porque esta entrada necesita que me preguntes eso): "¿y por qué esa tontería, ah?".
Las razones son varias: económicas, académicas, personales...
Supongamos que esto sólo depende de lo estrictamente personal. ¿Por qué nunca me voy a licenciar en Letras? Es una empresa un poco más modesta que la de Podeti, la de GAD contra el prejuicio academicista: no me voy a licenciar sólo porque precisamente eso es lo que "el mundo" (el mundillo académico) supone que es la única cosa que se puede y debe hacer, la única forma de alcanzar cierta "excelencia" y lograr que tu palabra valga algo. Es el mismo problema que se presenta cuando tenés (supongamos) 17, 18 años y te enfrentás al resto de tu vida fuera de la escuela. Supongamos que fuiste inteligente, no te dejaste estar y dedicaste tus años escolares a adquirir conocimientos fuera de la escuela. Supongamos que ese conocimiento es de índole literaria, y que de hecho sos bastante capaz y tus escritos son buenos. Y tus lecturas son buenas. Podrías no entrar en ninguna universidad y estudiar solo, la clásica salida autodidacta. Podrías dedicarte a estudiar con cierto método (eso, y determinada forma de afrontar los textos, forma que conocés leyendo libros, es lo único bueno que te da el estudio universitario, en realidad), y adquirir un buen soporte de crítica y demás. Suponiendo que te dedicaras a eso con constancia y seriedad, podrías saber tanto o más que cualquier pibe que se pasa cinco o más años encerrado en un cubículo con otros pibes escuchando a un profesor y tomando apuntes. Sin embargo, a la hora de aplicar tus conocimientos para alguien, la ausencia de un título haría que en el mercado laboral valieras mucho menos que esos pibes que a veces ni siquiera terminaron de leer la Divina Comedia para sus clases de Literatura Italiana, que dicen de Borges lo que les dijo que dijeran su profesor, y que a veces rindieron una lástima de finales. Quitando la presencia de un título habilitante, en la contraposición entre profesorado-licenciatura pasa algo muy similar. La especialización académica es tan aguda, y el desprestigio de la educación es tal, que de pronto un profesor universitario aparentemente vale menos que un licenciado, aunque los dos tienen encima una carrera de grado. ¿Y cuál es la diferencia? ¿Un papel? ¿Que "El Rector de la Universidad y el Decano de la Facultad por cuanto Pirulo ha terminado sus estudios del Profesorado Tal y No De La Licenciatura? ¿Es que acaso un tipo con años y años de carrera, que escribió decenas de presentaciones, ponencias y monografías, de mayor o menor extensión, no va a saber desenvolverse adecuadamente en la investigación literaria, sólo porque cursó un par de materias pedagógicas de más y uno o dos seminarios de menos? ¿Es que acaso ese Pirulo no sabe cómo leer de manera crítica y escribir sus lecturas, que es lo único que hay que saber en Letras (y, diría, en la mayoría de las Humanísticas)? ¿Y ese Pirulo al que considerás menos valedero sólo por la ausencia de un título ("ah, ¡¿¿sos profesor??!) es el que querés que dé clases? ¿No suena estúpido? Y lo mismo para el caso contrario: ¿la ausencia de un par de materias pedagógicas (que son puro relleno y lo menos pedagógico del mundo) determina una presenta incapacidad de enseñar, de simplemente interactuar con otro e intercambiar horas y conocimiento?
Tengo un profesor que es Profesor, fue el mejor profesor de la universidad en la que cursé. Tuve otro profesor que era Doctor. Seguramente era Licenciado y Profesor también. Doctor, Magister y todo lo demás, como profesional (no simplemente como profesor, sino como cabeza pensante, como ser humano dedicado al estudio de las Letras), este último era un desastre, y sinceramente, era una falta de respeto que estuviera en un escalón superior en esa relación de poder que es la interacción profesor-alumno. Conocí muchos otros profesionales, Licenciados en tal y cual, por los que muchas veces no sentí ningún respeto académico. Incluso una vez me denegaron el uso de la palabra porque no estaba recibida y (cito, para que te pongas en mi lugar) "no estamos en el mismo nivel" (el tipo era Licenciado, yo no era ni chicha ni limoná para él, a pesar de sus fallas académicas). No quiero irme por las ramas, volvamos al primer ejemplo. A ese Profesor que fue es el mejor profesional que conocí, que podría dar clases a cientos de pibes en la UBA y podría hacer un cambio, una vez le ofrecieron evaluar una tesis doctoral. El tipo estaba más que capacitado y la tesis versaba sobre algo en lo que se había especializado. Pero avisó, en medio de la conversación, que su título era sólo ese, el de profesor. Al final, supongo, nunca participó en la evaluación. Y aunque quizás lo reemplazó alguien idóneo, la situación no deja de resultarme absurda: que un hombre al que evidentemente consideraron la mejor opción haya sido dejado de lado, pese a su conocimiento, sólo por la ausencia de una certificación que es, por lo demás, bastante arbitraria.
Tengo un profesor que es Profesor, fue el mejor profesor de la universidad en la que cursé. Tuve otro profesor que era Doctor. Seguramente era Licenciado y Profesor también. Doctor, Magister y todo lo demás, como profesional (no simplemente como profesor, sino como cabeza pensante, como ser humano dedicado al estudio de las Letras), este último era un desastre, y sinceramente, era una falta de respeto que estuviera en un escalón superior en esa relación de poder que es la interacción profesor-alumno. Conocí muchos otros profesionales, Licenciados en tal y cual, por los que muchas veces no sentí ningún respeto académico. Incluso una vez me denegaron el uso de la palabra porque no estaba recibida y (cito, para que te pongas en mi lugar) "no estamos en el mismo nivel" (el tipo era Licenciado, yo no era ni chicha ni limoná para él, a pesar de sus fallas académicas). No quiero irme por las ramas, volvamos al primer ejemplo. A ese Profesor que fue es el mejor profesional que conocí, que podría dar clases a cientos de pibes en la UBA y podría hacer un cambio, una vez le ofrecieron evaluar una tesis doctoral. El tipo estaba más que capacitado y la tesis versaba sobre algo en lo que se había especializado. Pero avisó, en medio de la conversación, que su título era sólo ese, el de profesor. Al final, supongo, nunca participó en la evaluación. Y aunque quizás lo reemplazó alguien idóneo, la situación no deja de resultarme absurda: que un hombre al que evidentemente consideraron la mejor opción haya sido dejado de lado, pese a su conocimiento, sólo por la ausencia de una certificación que es, por lo demás, bastante arbitraria.
Entonces, volviendo al principio, no me voy a licenciar en letras porque el titulo no me dice nada. Me metí en la carrera para darle un poco de método a mi estudio (tengo la atención muy dispersa, me gustan demasiadas cosas). Lo valioso que mi universidad me podía ofrecer ya me lo ofreció. Las herramientas las tengo. Lo demás, papel o no papel (encuadrado y colgando en la pared contraria de tu cuarto, bien grande y narcisista, para que se vea), depende de uno. Yo estoy bastante cansada de la burocracia, el elitismo miope y la absurda actitud de pavo real académicos. Y eso te explicaría los motivos personales.
Entonces, vos me decís, "pará, pará, ¿pero de qué universidad me estás hablando?".
Y ahí entramos en los motivos económicos y académicos, que exceden los alcances de esta entrada, el planteo mismo, e implica ponerse a revisar cómo son nuestras universidades, los regímenes de correlatividades, los pro y los contra de las universidades privadas (o las universidades que no son la UBA) y demás.
2 comentarios:
Te comprendo perfectamente... Sobre todo en el asunto de enseñantes sin valor... Tuve una experiencia con un profesor parecida a la que cuentas; uno que es una eminencia respetada y loada por toda la caterva universitaria, que en una de sus clases (afortunadamente, una asignatura de libre configuración, es decir, sustituible por trabajos, prácticas u otras asignaturas), tras proyectarnos un fragmento de 'Azul', de Kieslowski, y explicar lo que (él pensaba que) significaba, preguntó "¿qué pensáis?". Yo levanté la mano y, cuando él me dio la palabra, empecé diciendo "yo pienso que" y no pude decir más. Me cortó, no me dejó seguir y dijo "no, no, no... estás equivocado"... Ante mi evidente perplejidad (y la que vi en las caras del resto de compañeros), intenté seguir con un "pero, déjeme dar mi opinión antes de decirme si estoy o no equivocado", aunque únicamente pude decir "pero..." antes de que, nuevamente me cortara con un "que no, que no, que no tienes razón... y ya está". Evidentemente, recogí todas mis cosas, salí de clase y no volví nunca más.
Es tan ridículo que hasta da risa. En mi caso, todas las materias fueron de cursada obligatoria, de modo que no pude optar por hacer eso.
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