7 jul 2011

Sobre por qué nunca voy a licenciarme en Letras, parte IV

O también, sobre lo malo de la Universidad de Morón y cómo la UBA es elitista y da lugar a situaciones ridículas

Dije dos entradas atrás que lo valioso que mi universidad me podía ofrecer ya me lo ofreció. Me voy con un profesorado. Podría licenciarme y en dos años o tres tener una tesis escrita (que sería tan genial que sería impresa y comercializada como libro) y un título de licenciatura. Una vez que tuviera la licenciatura, podría hacer un doctorado en la UBA o alguna otra institución. (También podría hacer todo eso extra-académicamente y para mí valdría lo mismo.) Alguien podría preguntarme, ¿qué es eso de que tu universidad no te puede ofrecer más? Y tendría razón, es cierto: mi universidad puede ofrecerme más vigilancia por cámaras, más burocracia estúpida, más dificultades para acceder al establecimiento (molinetes, tarjeta identificatoria con banda electrónica, ¿qué más métodos de control se les va a ocurrir? ¿Telepantallas que me ladren cuando subo en ascensor?), más quejas por la falta de presupuesto asignado a las costosas y poco rentables Humanidades, cuotas cada vez más altas, poca cantidad de alumnos... El puaner que lee eso se ríe y con razón. Para licenciarme sólo tendría que cursar dos seminarios y preparar una tesina. Al profesor que dicta uno de los seminarios lo conozco, y probablemente podría aportar cosas interesantes. Pero no tengo más ganas de ir a la Universidad de Morón, ni más ganas de pagar (la cuota de la licenciatura es más cara que la del profesorado -por eso soy profesora-: otra afortunada muestra del desprestigio de la actividad docente), ni más ganas del círculo endogámico de mi carrera, ni más ganas de mi carrera académica. Entonces, no me voy a licenciar, allá en Morón. ¿Y por qué no en otro lado? ¿Por qué no en la UBA, por ejemplo?
Visto desde Morón, los alumnos de Letras en Puan la tienen fácil: se reciben de licenciados y ni siquiera tienen que escribir tesina. Su título tiene mucho prestigio, sea justificado o no, y no tienen que pagar para estudiar. Un título de la UBA es, pues, conveniente. Pero mirá qué divertido: yo podría ir a dar clases a Puan con mi título de la Universidad de Morón, o podría hacer un posgrado en Puan, pero si fuera a intentar hacer la licenciatura allá, probablemente no me tomarían ni un tercio de las equivalencias. La UBA (y esto no sólo pasa en las Humanidades, sino en todas las facultades) es tremendamente elitista en ese aspecto: pedir que te aprueben equivalencias, que reconozcan que tu conocimiento vale, es como pedir a la pelea Clarín-678 un poco de honestidad intelectual y política: absurdo. De modo que aunque tuviera  serias intenciones de licenciarme en Letras en una universidad pública, no podría.
El puaner que lee esto preguntará: ¿y por qué no te metiste a estudiar en la UBA de entrada? Y con eso, saca a colación la pregunta por las universidades privadas y las instituciones públicas, y las ventajas y desventajas de cada una de ellas, y el estudio académico de Letras en general. Tema largo, que exige otra entrada.
Con esta doy por concluido, por lo pronto, los motivos económicos y académicos que explican por qué nunca voy a licenciarme en Letras.

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