Tema: distopías

Hace poco releí 1984 y Un mundo feliz. Transmetropolitan (genial historieta de Ellis y Robertson) en el camino. Fahrenheit 451 es el tipo de libro que leés de chico y te queda grabado para siempre, pero no volverías a retomarlo. Y no leí Nosotros, no conozco más que lo que George Steiner comentó, pero lo cité igual en el último trabajo que preparé, 1984 y Brave New World o La resistencia del hombre tipográfico (también publicado acá). Ahora tengo ganas de volver a ver Brazil, y también podría sumar Blade Runner, aunque ya la conozco de memoria (pero no la vi este año, todavía). ¿Y qué más, entre todo ese sinfín de producciones artísticas no utópicas? De entrada, lo primero que me viene a la mente es todo el género cyberpunk, desde Cybersix hasta Ghost in the Shell, pasando hasta por esa cosa rara que es Ydgrasil. Mirando el estante de historietas enseguida resaltan tres: Ficcionario, de Altuna, y La burbuja de Bertold y El gran lienzo de Agrimbau-Ippóliti. Debo tener más, pero mejor no rebuscar. Y revisar los libros, ni soñando. Las películas, menos. Tras este largo y aburrido recuento poco satisfactorio, porque en verdad no agregué nada a la lista usual de arte distópico que se menciona usualmente (falta al menos uno, aunque su nombre diga lo contrario: Utopía de un hombre que está cansado, de Borges), voy al punto: este corto argentino en stop motion que ganó el Premio Cóndor de Plata al Mejor Cortometraje argentino de 2011. No lo calificaría como distópico, pero reactualiza muy bien lo que en definitiva son las grandes preocupaciones del género: la pérdida de la identidad individual, la tecnocracia, la pérdida de la vieja cultura escrituraria, el orden inalterable y rígido, la conversión del hombre en engranaje, la destrucción y desaparición de la naturaleza, el desequilibrio, el caos, la destrucción, y el día después de mañana (qué mala película, esa).