2 may 2021

Traducciones literal y formalista de "Chansons des prisons" de Louise Michel

Tengo este post dando vueltas hace días pero no encuentro el tiempo de terminarlo. La pregunta que guía esta entrada es: ¿cómo traducir? O, incluso antes que eso, ¿qué traducir?

En la entrada pasada dejé una guía de puntos formales sobre el poema de Louise Michel, sobre el que me apuro, ya mismo, a dejar una traducción rápida línea por línea y "literal", sin aspiraciones poéticas.

Traducción "literal" de la Chanson des prisons

Cuando la multitud que hoy está muda,
ruja como el océano
y a morir esté preparada
se alzará la Comuna.

Regresaremos, multitud sin número, 
vendremos por todos los caminos, 
espectros vengadores que salen de la sombra, 
vendremos estrechándonos las manos.

La muerte llevará el estandarte; 
la bandera negra, crepé de sangre;
y carmesí florecerá la tierra,
libre bajo el cielo refulgente.

Claramente, esto a lo que llamo "traducción literal" no es, sin embargo, un ejercicio de límpida transposición al castellano. Por un lado, porque la traducción supone el cambio (de ahí la famosa expresión italiana "traduttore, traditore"), y más específicamente, porque la selección de términos (multitud por foule, carmesí por pourpre, por solo citar dos ejemplos) ya está cargada de connotaciones o deslices.

Dicho sea al pasar, hay una versión que circula en la traducción en línea de La Comuna, que podría haber evocado y que tiene varios versos traducidos de igual manera, pero dejo esta, no porque sea mejor, sino porque restituye literalmente los dos últimos versos.

Ahora bien, si la traducción literal nos trae los ecos semánticos del momento en el que Michel escribe el poema y, sobre todo, de la actitud de la comunarda frente a esta situación, nada nos dice de su cadencia, de su solemnidad, de la manera en que sus versos octosílabos resuenan, sin embargo, como el tamborileo prolongado e insistente de una marcha que preanuncia. Nada nos dice, tampoco, de la severa regularidad del poema, de la riqueza de su rima, ni mucho menos de las sonoridades internas. 

Podríamos preguntarnos, ¿es realmente necesario evocar estas cuestiones formales? ¿Gana algo la traducción? ¿Puede hacerse una traducción que restituya estas dos partes (la forma y el fondo o contenido)? Pero, ¿puede dividirse un poema en dos partes o componentes? O, yendo a lo que radica en la superficie de este binarismo, ¿soy yo, ser que se nombra y se describe y se declina, algo distinto de mi cuerpo? Voy a partir de la idea de que no, y de que, si en esta entrada y en entradas subsecuentes efectúo la división, es por razones puramente prácticas y no ontológicas, porque, en realidad, la forma y lo que dice el poema, si es un poema que se precie y no un mero ejercicio, son solidarias: un poema es su letra y su letra es tanto lo que dice como cómo suena, no se puede dividir a menos de desgarrarlo y empobrecerlo. Entonces, si Louise Michel dice todo lo que restituye la traducción literal que propongo en primer lugar, lo dice, no así, sino con una rigurosa precisión de versos en arte menor (populares, como la multitud que evoca, ordenados, ¿como la voluntad de la Comuna?) y de rimas encadenadas (como las manos entrecruzadas para la venganza y el cambio), con su encarnizada promesa hecha por colectivos futuros que truenan (-drons, -drons, -drons) y con esas pequeñas armonías de sonoridades menores entrecruzadas en cada cuarteto.

Entonces, volvemos a la pregunta original: ¿qué traducir? ¿cómo traducir? Y ahí, no hay más que una decisión, porque traducir es siempre alejarse de lo que uno traduce. Entonces, traducir lo que se dice, sí, y la manera en la que se dice, también, pero ¿qué de todo eso? ¿Cómo? 

Podría decidir, por ejemplo, centrarme en la rigurosidad formal, hacer de este parámetro, y de algunas imágenes importantes, el punto de partida decisional.

Traducción formalista de la Chanson des prisons

Decidir restituir ante todo la forma es híper problemático, porque, en este caso, y más evidentemente que si se toman en cuenta otras opciones, hay una dificultad intrínseca al cambio de lengua. Por ejemplo, el largo de las palabras. En ese sentido, no podría, o no consigo, traducir el poema en versos de arte menor. Puedo tratar de restituir la rima, pero para no tener que recortar salvajemente el poema, los versos octosílabos tendrían que dejar lugar a una forma más cómoda. Podemos proponernos, por ejemplo, mantener la regularidad de la versificación y de la rima encadenada, pero en versos decasílabos, que den un mayor margen a la elección de los términos. La reiteración de sonidos internos que evocamos antes (la i, el sonido "ua") es algo quizás a dejar de lado; la reiteración de futuros, por el contrario, es algo  importante, aunque quizás podemos abreviar alguno.

Tomada esta decisión, viene la elección de términos y su recorte: ¿qué términos-ideas son imprescindibles? Depende eso también de una elección. Primer cuarteto: foule, mourir, Commune; segundo cuarteto (muy denso, y por eso complicado): reviendrons, sans nombre, spectres vengeurs sortant de l'ombre, nous serrant les mains; tercer cuarteto: mort, drapeau noir, sang, fleurira la terre / libre. ¿Cómo traducir foule, que se repite dos veces? ¿Cómo esa promesa final encarnada en el adjetivo (un participio activo o de presente, en verdad) flamboyant? ¿Multitud, muchedumbre, vulgo, o legión (como en la traducción de La internationale de Eugène Pottier por el Partido Comunista español? ¿Refulgente, flamígero, brillante, resplandeciente? ¿Cómo restituir la densidad del segundo cuarteto, centro del poema?

El primer y tercer cuarteto son más sencillos que el segundo. Escojo versos endecasílabos, rima encadenada relativamente sencilla y, en la medida de lo posible, consonante (de participios e infinitivos, lo que no contradice el estilo de Michel en este poema), romper en la medida de lo necesario el orden de las palabras:

Cuando la multitud, hoy callada, 
cual Océano vaya a atronar, 
cuando a morir esté preparada, 
la Comuna se habrá de elevar. 

[...]

La muerte llevará el pabellón,
crepé de sangre el negro estandarte,
purpúrea florecerá la región, 
libre ya bajo el cielo llameante.

El primer cuarteto sale fácilmente (variante posible con hiato del cuarto verso: "la Comuna se elevará"), el tercero, con más dudas: ¿vale la pena conservar la textura del crepé? ¿Perder la palabra "bandera" en favor de otros términos menos usados (la primera opción fue "Y la muerte llevará el blasón")? ¿No sería mejor abandonar la rima consonante directamente por una rima asonante, que retome el aspecto de la poesía popular, y traducir, por ejemplo, "La muerte llevará la bandera /[...]/ carmesí florecerá la tierra"? (Sería una posibilidad, también, para conservar el rojo violáceo de la sangre, y no introducir la confusión de un violeta purpéreo.) Hay en la poesía de Michel una "i" que viene a poner en tensión la rima (en los versos 9 y 12); la rima es, de todas formas, regular, porque las vocales tónicas son la "e" y la "a" nasal respectivamente, pero ambas "i" no tónicas (en diptongo) forman parte de la última sílaba. Me parece que permitirme, por esto, una rima asonante en lugar de una consonante (versos 10 y 12) es cercano al gesto, pero cuatro asonantes, si se puede evitar, innecesario. "Bandera" sería un término más limpio; "blasón" remite a honores y linajes; "pabellón" tiene algo muy guerrero (un elemento no ajeno al poema) pero es también un sinónimo, según la RAE, de "bandera nacional". Quizás el nacionalismo escapa a la bandera, sobre todo en el marco internacionalista de la Comuna (que no fue integrada solo por franceses) y de un eventual comunismo, pero ¿qué es una nación? ¿es una nación identificable a un Estado? Quede el término, por lo pronto, como mejor opción en el contexto. Lo mismo pasa al contraponer tierra (más universal) y región (tanto más limitada), pero ¿hablaba Louise Michel de La Tierra? (Claramente; a mi parecer, contaba con la polisemia del término.) Otra dificultad: el tercer verso del tercer cuarteto excede la cantidad de sílabras (da 10+1), alternativa a florecer: "y roja flor dará la región"

Alternativa con hipérbaton y rima pobre (que, me parece, suena bastante horrible con esos hiperbatos):

La muerte la bandera llevará,
crepé de sangre el negro estandarte;
carmesí la tierra florecerá, 
libre ya bajo el cielo llameante.

El segundo cuarteto es otro tema: mucho más denso, complicado, y con términos que, ya sea por sus antecedentes y devenires (spectres, que remite al espectro que se cierne sobre Europa en el Manifiesto comunista de 1848, o a los Spectres de Marx de Derrida de 1993), o por su connotaciones polémicas actuales (vengeurs), son importantes. Varios intentos, todos insatisfactorios: el primero, porque rompe la rigurosidad de la versificación elegida, aunque respeta más la estructura; el segundo, porque borra la palabra molesta; el tercero quizás es mejor, porque reitera la traducción para foule del primer verso, no borra la venganza y, aunque no respeta la rima consonante, al menos mantiene la disonante. Eliminamos, eso sí, la idea plural de los caminos, pero queda una imagen similar a la que propone Louise Michel, aunque amplificada finalmente en su extensión vengativa. Me gustan esta tercera versión, de todas formas, por esa tensión entre la solidaridad de las sombras unidas y su carácter vengativo mundial. Además, si acá figura el orbe, quizás después puede no figurar la tierra. Pero se pierde el retronar de los futuros, y de ahí las siguientes versiones, que no me gustarían si encontrara un reemplazo para "uniendo":


Volveremos, torrentes inmensos  / Regresaremos, innumerables / Volveremos, 
                                                                                [multitud sinnúmero,
llegaremos de todos los lados, 
espectros vengadores en sombras inmersos, /espectros que salen de lo oscuro,
volveremos unidas las manos.

Volveremos, multitud enorme,
espectros, de las sombras saldremos,
por todos los caminos del orbe,
unidas las manos, vendremos. 
Volveremos, multitud enorme;
espectros, de las sombras saldremos,
y vengadores en todo el orbe,
unidas las manos, vendremos.
Regresaremos, multitud enorme,
vendremos, de las sombras espectros,
y vengadores por todo el orbe,
vendremos, las manos uniendo.
Regresaremos, multitud enorme,
saldremos de las sombras, y, espectros
vengadores por todo el orbe,
vendremos, las manos uniendo.

En conclusión,  y con otros retoques (me señalaron que el "crepé" de la primera opción contrastaba con el resto del poema, por ser la tela usada mayormente en vestidos de boda, ¿mejor quizás optar por otra opción: ahogado, estriado? ¿No será que el contraste era intencional, también en la época, que no tenía crepé de poliéster, sino de seda?), esto nos deja en un poema del estilo: 

Métrica (conteo y sinalefas) y rima
Cuando la multitud, hoy callada, 
cual Océano vaya a atronar, 
cuando a morir esté preparada, 
la Comuna se habrá de elevar. 

Volveremos, multitud enorme;
de las sombras, espectros, saldremos,
y vengadores en todo el orbe,
enlazadas las manos, vendremos.

La muerte llevará el pabellón,
estriado en sangre el negro estandarte,
y roja flor dará la región, 
ya libre bajo el cielo llameante.

Decidir, es abandonar, tanto como añadir. Me gustan los juegos de "oes" y "es" en el segundo cuarteto, aunque la fisonomía del original en francés cambia bastante; estoy satisfecha, en todo caso, de no haber perdido las nociones que me parecían importantes. Quisiera, sin embargo, añadir un "y" después de "estandarte", o eliminar el "ya" para remplazar "llameante" por "rutilante" (pero no me gusta cómo suena la "u") y nada puede hacer la apertura vocálica de nuestra larga muerte castellana frente a la contundencia gutural de la mort. El ritmo es, también, un poco deficiente (había tratado de analizar los acentos en el poema de Louise Michel, pero como soy bastante mala para eso, desistí; en cualquier caso, hay acentos fuertes en conceptos claves en el poema de Michel que aparecen en las cuatro primeras sílabas de cada verso, y esa constancia acentual, esta traducción, no la respeta), y la métrica se permite varias licencias e irregularidades. ¿Hay algo de la belleza declamativa que pide la promesa de Michel, en esta traducción? 
Le pasé la traducción a algunos amigos. A algunos no les gustaba o no les habría gustado el poema de Michel, y en eso no hubo caso: la traducción les gustó aún menos. Una de esas personas me dijo que prefería la traducción literal a la traducción con rima. A propósito de la rima, un amigo me señaló que le parecía pobre incluso en el original. Comparándola con la de esta traducción, la situación es peor: hay una rima entre dos participios, otra entre dos infinitivos, otra entre dos futuros, y una (también fácil) entre dos sustantivos terminados en ón; las otras dos rimas son asonantes entre sustantivos y adjetivos. Otros amigos, que sabían que era una traducción, la apreciaron, pero no deja de ser una apreciación en tanto ejercicio y no como obra final (que es lo que, partiendo de lo señalado en el proyecto, buscamos con este proceso).
Decidir es aceptar el fin, y abrirse a la crítica y a la reformulación. Decidir es desafiar, también, al porvenir a hacer algo más. Este es un principio de aprendizaje que requiere la exploración de otras posibilidades.
Por lo pronto, aquí terminan estas primeras traducciones salvajes.

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