12 jun 2013

De anacronismos testarudos y conectores adversativos

No me voy a dormir antes de las doce para que no se haga mañana antes de tiempo. Esta es una de esas notas personales para las que existían antes los blogs. No me disculpo, no me justifico. El blog personal ha muerto y yo escarbo. En fin. Me despierto en medio de algún sueño, por la alarma, voy a trabajar, vuelvo. O me embrutezco con internet o veo alguna película. Últimamente veo alguna película, suerte que me pasaron algo de Cassavetes, algo de Polanski, algo de Bogdanovich (lo mejor, de hoy, Paper Moon). Vuelvo a trabajar, preparo clases, y se me fue el día. Nunca consigo que me escuchen, me tendría que preguntar para qué quiero que lo hagan. La respuesta para mí es fácil, pero la escuela es el dinosaurio de hoy; de acuerdo a todas esas conferencias de TED, mi tarea es anacrónica. La escuela es anacrónica desde que yo estaba en la escuela, y antes también. Insisto igual. La cultura de hoy es rápida, de atención bastante dispersa y memoria bastante corta, y -me da la impresión, como me daba ayer- facilista. Mi anacronismo no es del todo inútil. La revolución no se va a hacer en las redes sociales, y el mundo sigue siendo un entramado burocrático que te pega un tiro de gracia al final como a ese K. No es inútil dar herramientas viejas, mechadas entre las nuevas. Pero el sistema es hipócrita (perdón, ya sé que hacemos nuestros más grandes esfuerzos). Todo está dado para que los alumnos aprueben con facilidad, se regalan notas para elevar los índices, y un 50% de desaprobados es culpa del profesor (¿lo es?) aunque ese 50% haya estado constantemente ausente. La intención, al final, es aprobar, no haber aprendido o logrado enseñar algo.
Soy un equilibrista sin red y con cola de paja, y siempre hay alguien cerca con un encendedor. 
Salvando algunas nenas que hacen algo, y sacan algún fruto del paso obligado por el colegio (hoy, como ayer, para obtener un papelito cada vez más barato, pero aún con toda esa esperanza de querer saber y creer que algo útil te dan), la que más aprende soy yo. Pero todavía no me doy cuenta de qué es lo que estoy aprendiendo.

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