Le bûcheron (1910) Ferdinand Hodler |
no terminar nunca
el invierno podría realmente
no acabar. Hay allí
unos troncos que arden,
un camino en un bosque que alinea
maderas en sus riberas, un hacha
que rasga el aire, que se hunde.
La madera crepita, dentro, los ojos
de esos hombres también quisieran arder.
Cuerpos cerúleos miran el cielo
—un charco amarillo, nostalgia
de furias más brillantes—:
hay en ellos tanta aprehensión
como si aun él, el sol
fuera a consumirse con las nieves.
Lejos cae el hacha, vuela un cuervo
también el torso que suda busca y vive
la ansiedad de una pulverización más fulgente.
Aguda, ineludible, la esperanza
punza el ojo eternamente abierto
del joven que mira al cielo y llora
el momento de gozo y nostalgia. Pero es
solo una charca pálida y fría, el sol.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario